Déjame que te cuente:
Había una vez una brizna de luz en un mundo de oscuridad que quería iluminarlo todo, pero era tan pequeña que apenas alcanzaba a ver un centímetro a su alrededor.
A veces la luz se sentía cansada y desesperada por no ser capaz de dar más luz. Y en otras ocasiones, la esperanza la hacía brillar más fuerte cuando pensaba: “pues un centímetro es más que nada”.
Mientras la luz avanzaba por la oscuridad día a día, unas veces cansada y triste, y otras con la esperanza de llevar luz a los sitios por donde iba pasando, la pequeña luz se preguntaba donde llegaría, donde estaba el final del camino, si la oscuridad era infinita, o que habría detrás de la oscuridad…, montones de preguntas que le permitían entretener el camino.
Así, entre diferentes emociones, la tristeza, el miedo, la soledad, la esperanza, la ilusión, la curiosidad, y otras, iba avanzando en la oscuridad día tras día, sintiendo el paso del tiempo correr.
Un buen día, la luz topó de frente con un espejo. Al principio se sorprendió al ver una luz, después, al ver que la luz reflejada hacia los mismos movimientos que ella, empezó a desconfiar y observó que cuanto más desconfiaba, se airaba y se enfurecía, más lo hacia la otra luz devolviéndole el ataque. Esta situación la mantuvo durante mucho tiempo entretenida, el tiempo se paró, y todo su interés se fijó en comprender por qué aquella luz actuaba de la forma que lo hacía.
Pasó de nuevo por muchas emociones encontradas, dos de las más importantes, el desconcierto y el miedo. No llegaba a entender porque si ella se enfadaba, recibía enfados, si tenía miedo, recibía miedo,…hasta que, un buen día, por fin comprendió, y mirando a aquella otra luz le dijo:
– Ya está, ¿sabes qué?, que ya veo por donde vas y creo que empiezo a conocerte, ¿y sabes qué?, ya no me das miedo, ahora incluso estaría dispuesta a ser tu amiga, de hecho, juntas podríamos llevar más luz a la oscuridad.
En ese momento la luz brilló con más intensidad en el espejo y éste le devolvió el brillo más intenso, multiplicado por el espejo dando luz a la sala. Entonces la luz pudo ver que allí había un espejo y que todo este tiempo había estado viendo su reflejo, se había estado viendo a sí misma.
Volvió a emprender su camino con una enseñanza aprendida, y esta vez, el conocimiento adquirido le permitiría ver cada vez más espejos en su camino, reconocerse en ellos y darse cuenta que había emociones que menguaban su luz como la tristeza, la desesperanza, el miedo, la incertidumbre,…, y otras, que hacían aumentar su luz como la ilusión, la esperanza, la confianza,….
Ella, también pudo comprobar a lo largo del camino, que tener este conocimiento no la liberaba de sentir aquellas emociones que le hacían que su brillo bajara de intensidad, aunque saber que habría momentos en que brillaría mucho más, le permitía no caer en la absoluta oscuridad y le ayudaba a recuperar su brillo cada vez más pronto.
Pero seguía teniendo un anhelo: llevar la luz a la oscuridad.
Un buen día entró en una sala llena de espejos, cada espejo le devolvía su imagen y la refractaba enviándola a otro espejo y a otro y a otro….llenando la sala de luz.
Ese día comprendió que probablemente había minúsculas luces en la oscuridad, que como ella, estaban haciendo un camino por la oscuridad sin ser conscientes de cómo podían brillar más. Y pensó que sola jamás podría llenar de luz la oscuridad de forma real, y que si todas las minúsculas luces tuvieran el conocimiento y la experiencia que ella había vivido, quizás llegaran a pensar cuánta luz pueden dar a la oscuridad, llegando incluso a entender que juntas podrían devolver la luz.
La pequeña luz pensó por primera vez que si conseguía reunir muchas luces pequeñas, quizá haría el mismo efecto de la sala de los espejos pero de verdad, y dar por fin más luz a la oscuridad del camino.
Así, urdió un plan para acercarse un poquito más a su objetivo y emprendió su camino de nuevo, pero como encontrar un espejo, la experiencia le decía que era complicado, cada vez que encontraba uno, lo rompía en pedazos más pequeños para repartirlo por el máximo de camino posible y dar la oportunidad a otras luces de vivir sus propias experiencias con los espejos, y además , como si de un sendero de migas de pan se tratara, el camino de espejos las acercaría más las unas a las otras, con la esperanza de que juntándose cada vez más podrían devolver la luz a la oscuridad.
Y colorín colorado, este cuento ¿te ha gustado?
Autora: Pilar Tobias